Acaso la perdida, te hara valorar cuanto te ha dado Dios?

Publicación con Autoria de: Editor de sercatolico.com.co
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"Vendrán Tiempos oscuros sobre nuestra Iglesia"

Cuando el papa Francisco dijo hace algunos días, "Vendrán Tiempos oscuros sobre nuestra Iglesia", mientras nos invitaba a orar por la iglesia y nuestros sacerdotes, estas palabras que en aquel tiempo sonaban proféticas, hoy son más que palpables en medio de la crisis en la cual actualmente estamos viviendo.

Vemos hoy como la muerte se desplaza rápidamente por todo el mundo, y en el ser humano hay desesperación y miedo, pero no hay esperanza. No hay esperanza porque vivimos en un mundo aferrado a las leyes naturales y biológicas, a nuestra propia percepción como seres superiores y aferrado a nuestras propias verdades, pero no hemos sido capaces de aferrarnos a Dios.

Muchos, dentro de la poca luz espiritual que tienen, comprenden todo esto que está sucediendo actualmente con la pandemia del COVID-19, como un castigo divino, y es válido y muy enriquecedor que lo hagan, pero mas allá de eso, se debe comprender que lo que busca siempre Dios, es un llamado misericordioso, como el que hace cualquier padre, un llamado a acercarnos más a Él, pues lo tenemos totalmente abandonado, lo hemos extirpado totalmente de nuestras vidas, y hoy somos como el rey de asiria, del cual se habla en el libro del profeta Isaías:

12 Pero cuando el Señor termine de realizar toda su obra en el monte Sión y en Jerusalén, castigará al rey de Asiria por este fruto de su corazón arrogante y por la orgullosa altivez de su mirada. 13 Porque él ha dicho: «Yo he obrado con la fuerza de mi mano, y con mi sabiduría, porque soy inteligente. He desplazado las fronteras de los pueblos y he saqueado sus reservas: como un héroe, he derribado a los que se sientan en tronos.14 Mi mano tomó como un nido las riquezas de los pueblos: como se juntan huevos abandonados, así he depredado toda la tierra, y no hubo nadie que batiera las alas o abriera el pico para piar».15 ¿Se gloria el hacha contra el leñador? ¿Se envanece la sierra contra el que la maneja? ¡Como si el bastón manejara al que lo empuña y el palo levantar al que no es un leño! 16 Por eso el Señor de los ejércitos hará que la enfermedad consuma su vigor y dentro de su carne hará arder una fiebre, como el ardor del fuego. 17 La luz de Israel se convertirá en un fuego y su Santo en una llama, que arderá y devorará sus zarzas y sus espinas en un solo día.

Pues sí, nuestro corazón es así como el del rey de Asiria, arrogante. Y miramos con Altivez no solo al hermano menos favorecido, al pobre o al débil, sino al mismo Jesucristo. Hemos venido creyendo que por el conocimiento que tenemos, podemos ser más que Dios, se nos ha olvidado que desde el principio el maligno engaño a nuestros primeros padres con la idea de que seriamos como Dios, hoy seguimos conservando esa misma ambición y creyendo que lo vamos a lograr, seguimos siendo esclavos de nuestras pasiones y ambiciones, y se nos ha olvidado Dios.

Tanto se nos ha olvidado Dios, que los domingos no asistimos a Misa, y nos parece lo más normal, se nos olvida que es un pecado. Tanto lo hemos olvidado, que se nos olvida también que Dios nos entregó a su Hijo para salvarnos, y además de todo su Hijo ha prometido quedarse con nosotros por siempre, y los incrédulos dirán ¿Por siempre? ¿Acaso no dicen que subió en cuerpo y alma a los 40 Días de haber resucitado?... Y la respuesta es, si, por siempre. Cristo ha estado con nosotros por siempre, a través del santísimo sacramento, la santa Eucaristía, y siempre ha querido llamarnos

Antes de su venida, nos ha querido llamar a través de los profetas, después nos ha llamado a través de los santos, de los mensajes de su Santísima madre en las distintas apariciones alrededor del mundo, nos ha llamado a través de la Iglesia, desde la Misa, nos ha gritado para asistamos y nos acercamos a Él, nos ha llamado a través de abundantes gracias saliendo a nuestro encuentro en cada una de las capillas de adoración perpetua existentes alrededor del mundo, pero le seguimos dejando solo.

Hoy, en medio de esta emergencia, de esta verdadera catástrofe, por primera vez en muchos años, millones de fieles que siempre han atendido al llamado del Señor, alrededor del mundo, están privadas de la Santa Misa y de poder visitar a nuestro señor en las capillas de adoración perpetua. Por eso la pregunta es si ante esta situación, podremos reconocer el llamado de Dios hacia Él, a encontrarnos personalmente con El, a buscar su perdón y misericordia, a por lo menos, elevar una oración, para pedir no solo por nosotros sino por los demás, por los que están sufriendo.

Es también muy probable que muchos ya hayan sentido ese llamado de Dios, a la conversión, a acercarse a los sacramentos y la santa misa, y entonces ahora no se puede. No podemos asistir a misa, no podemos recibir a Cristo Eucaristía, No podemos acercarnos a nuestros sacramentos, no hay un sacerdote disponible para una confesión. Es bastante irónico, pero es la realidad.

Por eso, es muy importante que en estos tiempos de cuarentena y especialmente de cuaresma, volquemos nuestro corazón a Dios, con humildad, con contrición y nos entreguemos totalmente a EL, a través del arrepentimiento y la oración. Oración sin fin ahora que tenemos más tiempo, para así aguardar la esperanza de volver a recibir a Jesús Eucaristía.

Aprovechemos la llamada misericordiosa que Dios padre nos hace en este momento, revivamos en nuestro corazón el Amor a Dios, oremos sin cesar, por nosotros, por los enfermos, por el mundo entero, por nuestra Iglesia. Si con todo esto, no somos capaces de hacer un alto en el camino y cambiar, entonces en verdad, comenzaremos a ver los oscuros momentos de los cuales nos habló el Papa.

Recemos en familia, recemos en especial, el Santo Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia, vivamos la Santa Misa a través de la televisión o de las redes sociales. Aprovechemos este tiempo de gracia y unámonos en oración. Cumplamos con nuestro deber de las obras de misericordia para con nuestros hermanos más necesitados, que se verán afectados por esta cuarentena, y por favor #quedateEnCasa .

Y en cuanto todo esto pase, vuelve a tu parroquia, acércate al sacramento de la confesión, vive intensamente la misa y recibe a Jesús eucaristía, pues no sabes cuándo puedas volver a perder la oportunidad.

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